sábado, 6 de octubre de 2007

¿TEMOR A LA EDUCACIÓN CIUDADANA EN LAS ESCUELAS?



Gonzalo Gamio Gehri

A partir de unas notas en el blog de Susana Frisancho he podido dar con las reflexiones de Julio Sancho, un psicólogo interesado en temas educativos que duda del valor de una materia escolar como educación ciudadana, asignatura en la que se discute temas relativos a los principios democráticos y a la cultura de los Derechos Humanos. La experiencia española le parece preocupante, y teme que se convierta en un espacio de manipulación ideológica. "Mis preguntas eran: ¿Quién o quiénes definen las competencias ciudadanas que un alumno deberá lograr?; y se asociaban en mi memoría los capítulos de 1984 y Un mundo feliz." Lamentablemente, en ninguno de sus dos posts sobre este tema desarrolla un sólo argumento que haga plausible su inquietud.
Sabemos que la educación en el Perú está en crisis, y que esa crisis alcanza tristemente a las facultades de Educación de casi todas las universidades del país. Se cuentan entre las más conservadoras y son las que menos producción intelectual - y teórica - exhiben. Esto debería constituir un reto para los estudiantes y especialistas de pedagogía, para que remonten esta dolorosa situación. De esas canteras ha salido la penosa propuesta de una educación en valores, prácticamente un sistema de adoctrinamiento basado en la elaboración de "cartillas" a través de las cuales se difunden las "virtudes" que nos ayudarán a combatir los "antivalores" que circulan en la sociedad, y prevenir el brote de "relativismo". Este es un discurso a todas luces inconsistente y fundamentalista. Ya una vez dí un taller en el Ministerio que me convenció de la vacuidad de esa doctrina - que muchos educadores veneran, aunque propiamente de 'ética' tenga muy poco -, así como la vena paternalista y las deficiencias conceptuales de sus gurús. Ese proyecto carecía de bases psicológicas y filosóficas sólidas; se trata de una postura ideológica más que académica, pues no se problematiza las cuestiones centrales ni se examina sus supuestos básicos. Se trata de una propuesta pedagógica que se presta a una prédica próxima a la catequesis preconciliar y al mensaje 'edificante' de los textos de autoayuda.
La "educación en valores" está en las antípodas de la ética filosófica y de la paideia democrática, discursos y prácticas fundamentales para la formación crítica del ciudadano. Los pedagogos que cultivan esa doctrina vertical suponen que ellos deben inculcar y promover en los estudiantes el único y verdadero 'sentido de las cosas' que conducirá sus vidas por el camino de la corrección moral. Erróneamente creen que una vida buena sigue una única dirección; una auténtica educación ética reconoce que existen diversas posibilidades de llevar una vida humana plena, y que lo importante es que los jóvenes tengan las herramientas conceptuales y emocionales que les permita afrontar lúcidamente el proceso de elección consciente y autónoma de sus 'valores' y el diseño de sus proyectos de vida. Esta perspectiva abierta se ha denominado "pluralismo".
De esta línea de reflexión me gustaría hablarles. Yo soy partidario de la formación del discernimiento, de una ética pluralista del juicio y la libertad, inspirada en Esquilo, Sófocles. y Aristóteles. En nuestros días, Martha Nussbaum y Bernard Williams han defendido esta perspectiva. Las recetas y los códigos deontológicos no sirven para construir agencia moral y ciudadanía: hay que educar en la deliberación, en la autonomía y en el examen de conflictos. Mi experiencia en las aulas universitarias - con materias como Ética y Cultura de paz - confirman mi punto: es mejor invitar a la reflexión crítica y a la imaginación moral antes que administrar exclusivamente 'contenidos'.
Consideremos el curso escolar de educación cívica. Los libros de texto contienen una serie de lugares comunes sobre los símbolos de la patria, los héroes (la mayoría militares muertos en acción), educación vial y una monserga debilucha sobre los "valores morales" y el "patriotismo" (otra vez en clave militar). Ese plan fabrica súbditos, no forma ciudadanos libres. Nada de cultura civil ni de procedimientos democráticos. Nada del acervo de experiencias comunes ni de la reflexión crítica que requiere un futuro ciudadano para la formación del juicio en un clima de libertad y discusión. Una democracia es una forma de vida en la que la discrepancia y el diálogo se valoran. Se trata de fortalecer las habilidades para la crítica y la discusión: las cartillas sobran. Probablemente la literatura y la filosofía sean asignaturas de mayor utilidad para tal fin.
Por eso creo que la configuración de un curso de educación ciudadana puede ser positivo, si se descarta cualquier forma de adoctrinamiento, y se abandona el modelo de la "educación en valores": los miedos de Sancho no tienen asidero. Su lectura de la experiencia española es tendenciosa, y no exhibe argumentos de ninguna clase que respalden sus apreciaciones. Debo decir que, en sentido estricto, ese proyecto ya existía en el Perú desde los tiempos del gobierno de transición; tengo entendido que el fallecido Pedro Planas incluso había preparado un texto que los especialistas consideraban excelente; no se trataba de un manual o de un libro doctrinario, sino de un texto para la reflexión y el debate en torno a la ciudadanía democrática, sus espacios, sus desafíos. No sería mala idea recuperar ese material (aunque las actuales autoridades educativas están más cerca de volver al curso de instrucción premilitar que a pensar en la formación de ciudadanos críticos). El Informe Final de la CVR también plantea esta clase de formación escolar en sus recomendaciones.
Debo recordar, finalmente, que no cabe comparar (en absoluto) esta clase de proyectos de educación democrática con la agenda de Un mundo feliz y 1984. Ambas novelas nos remiten a un terrorífico mundo futuro en el que la democracia y el liberalismo han sido extirpados de la cultura humana. Allí se ha acabado con el pensamiento crítico y con el disentimiento racional. En ese mundo ficticio - tenebroso y deshumanizado - 'vencieron' los "educadores en valores".


P:D:: Ha circulado un video - muy gracioso y ocurrente - en el que las Juventudes del PSOE ridiculizan a los jóvenes del PP por rechazar el curso de Educación para la Ciudadanía. En parte - según señala en su blog - el video suscita inquietud en Julio Sancho. Creo que eso es ir muy lejos. Una sátira es una sátira, nada más. De repente es injusta, o de mal gusto, o exageradamente caricaturesca ¿Alguien en su sano juicio puede pensar que la Carta Magna que rige los destinos de una sociedad democrática es el Catecismo, y no la Constitución? No hay que ver fantasmas donde no los hay. (9-X-07).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gonzalo,
Hay mucha desinformación al respecto. Estas en lo cierto al decir que lo que prima en el país es la visión más tradicional, pegada a lo militar, que entiende la ética como la "interiorización" acrítica casi siempre de un conjunto de comportamientos (que van desde ir al colegio con el pelo corto hasta tratar de usted a los profesores). Hay poco o ningún debate serio y alturado sobre el tema, lamentablemente.

julio80 dijo...

Gracias por el interesante post, amplias mis conocimientos acerca del tema y además señalas muy bien el otro concepto que pueda ser materia de la confusión inicial "educacion en valores". Evidentemente hay desinformación en el tema y mucho prejuicio, la intención en los post que escribí era plantearme preguntas acerca del tema y para ello expresaba mis dudas auténticas. Por suerte estoy leyendo lo publicado por RINACE, lo comentado por Susana y lo escrito por ti en estas líneas; lo que debo agradecer puesto que enriquece el tema.

Para acabar, el video del PSOE me pareció gracioso (no paré de reirme cuando menciona a Azna), y creativo; y no le he adjetivado de manipulador u otra cosa.

Saludos
julio

Gonzalo Gamio dijo...

Muchas gracias por tu comentario, Julio, que aclara bien tu punto.

Saludos,
Gonzalo.