domingo, 11 de diciembre de 2011

ALICIA Y EL CONEJO


Si pienso que fui hecha
Para soñar el sol
Y para decir cosas
Que despierten amor.

¿cómo es posible entonces
Que duerma entre saltos
De angustia y horror?

(S.R)


Gonzalo Gamio Gehri


Alicia en el país de las maravillas (1865), de Lewis Carroll, constituye una de las obras más apasionantes que se hayan escrito jamás. Está a la vez llena de fantasía y de reflexiones filosóficas sobre la realidad y sobre el sentido de las palabras: conocida era la devoción del autor por la lógica. Cuenta la historia de Alicia, una niña encantadora e inteligente que abandona el mundo de la vida cotidiana para sumergirse en un universo cargado de magia e incertidumbre, para asumir un viaje de descubrimiento de una realidad en la que las reglas del mundo común parecen no funcionar del todo.

La obra plantea al lector el antiguo desafío lanzado por siglos por los mitos y los antiguos cuentos de hadas. Un desafío inquietante. Saber mirar. Plantea que hay que asumir una actitud especial para adentrarse en lo que Tolkien llamaba “realidad secundaria”, la realidad que se ocultaría tras el velo del mundo de la inmediatez (y que a juicio de Campbell, reaparecería en el mundo de los sueños de los seres humanos de la era moderna, desencantada y “racionalizada”). Los signos para el ingreso en la realidad mítica estarían disponibles – de una manera limitada – en el mundo de la vida cotidiana; simplemente los pasamos por alto, no los identificamos porque no observamos con atención. La persecución de un conejo que emprende la carrera mirando ansioso su reloj lleva a Alicia a iniciar su extraño viaje mítico.

Es el problema que también plantea la extraordinaria película El laberinto del fauno. El espectador tiene que discernir si las situaciones fabulosas que la niña vive son una invención, fruto de la necesidad psicológica de escapar de una realidad terrible e inaceptable – su madre es pareja de un perverso jefe político-militar de la represión franquista posterior a la guerra civil española – o si efectivamente ella ha ingresado a un mundo sobrenatural que no queremos ver nosotros, que preferimos ver la libélula en lugar del hada. Los antropólogos culturales y los mitólogos dirían que estas “claves de entrada” a un mundo mítico están presentes en todas las tradiciones humanas, salvo en la de la ilustración occidental. Alicia ha transformado su apariencia – su tamaño - tantas veces que ya no sabe quién es. Es el complejo tema mítico de la identidad en el viaje iniciático. Alicia se repite a sí misma que no debe llorar ante esas súbitas transformaciones, entre otras cosas, porque se ha vuelto tan pequeñita que sus lágrimas podrían ahogarla. Asume con coraje su viaje a un mundo mágico, absolutamente desconocido. Con el objetivo de mantener cierto control sobre estas insólitas circunstancias, repasa los conocimientos que ha adquirido en la escuela. Pretende así aferrarse a las certezas que le ha brindado el seguro y claro mundo moderno. Sin embargo, el escurridizo conejo la ha guiado a las entrañas mismas del universo mítico.


Imagen viene de aquí.

14 comentarios:

Realpolitik dijo...

Saludos Gonzalo:

Aplicando exactamente lo que nos aconsejas en este post sobre Alicia - "Los signos para el ingreso en la realidad mítica... simplemente los pasamos por alto, no los identificamos porque no observamos con atención" - observo, entonces, con atención de conejo,- permíteme compartirlo- que has escrito tres últimos post en un muy curioso paréntesis: dos temas de trasfondo típicamente romántico (fantasia aquí y mito de Sigfrido allá) y en el medio un tema de actualidad (la PUCP) cuyo fondo -más allá del quid - refleja finalmente tu posición entre autoridad jerárquica (la iglesia) y religión (tu concepción religiosa de la vida en libertad, sin referente de autoridad o crítico de ella). Si mi observación de conejo es correcta, es necesario concluir con Alicia entonces que todo lo mítico (lo que nos guía sin condiciones) tiene algo necesariamente de biográfico (su reflejo en conflicto, que nos ata) y viceversa.

cordialmente,
Mario

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Mario:

Ciertamente, mythos es "relato", eje ordenador del mundo, y, por ende, también de la vida. Lo mítico tiene que ser biográfico, definitivamente. De hecho, aludo a otro viejo motivo romántico: la razón es - también - en este sentido mito. Esta clase de posts mitológicos van a ser cada vez más frecuentes en este blog.

Muchos saludos,
Gonzalo.

manel dijo...

Hola Gonzalo, me gusta tu blog. tengo un problema, no se si podras ayudarme: necesito un ejemplo de conflicto ético en el que en función de realizar un bien superior se necesite saltar una norma moral. Es para un trabajo de moral y no se me ocurre nada. El ejemplo que nos dan es, por ejemplo mentir en un juicio para evitar que maten a una persona, pero nos piden más ejemplos y no se me ocurre nada. Puedes ayudarme? Gracias en cualquier caso.

solinvictus dijo...

Y ahí; en ese momento, cuando los signos son seguidos, la realidad cotidiana se convierte en lo que siempre fue: el soporte material del espíritu.

Rainero dijo...

¿Qué tiene que ver esto con el conflicto de la PUCP?

Esen dijo...

El problema es la relación entre el logos-relato y el mito-relato. La subjetividad innarrable negativa, vacía, indirecta, resbaloza y angustiante...y la subjetividad apolínea determinante, sin hoyos ni puertas ni ventanas.

La relación que existe entre estas dos formas de subjetividad, creo yo, puede mostrar las distintas formas de vivir el mundo: ya sea que vemos al mundo espiritual como referente del mundo material o al mundo material como referente del espiritual; o todas las opciones que pueden salir de esa explosión de relaciones entre mundos.

El Librepensador dijo...

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Anónimo dijo...

Hola Gonzalo,

¿Esto es una especie de trampa?

De cualquier manera saludo con entusiasmo el anuncio de un viraje hacia lo mítico. Es terreno más movedizo y el que habla no tiene más remedio que exponerse...

Anónimo dijo...

Una pregunta puede ser:
Cuando decimos "todas las culturas menos la Ilustración occidental", ¿queremos decir la Ilustración del siglo V AC o la del XVIII?
De la del XVIII desconfiaría, como de cualquiera que dijera "todos tienen mitos menos nosotros".
El mito del XVIII puede ser justamente que el mundo "ilustrado" era pura razón.
Y lo mismo para los que se la sigan creyendo hasta ahora.
Mito es lo que se cuenta y lo que se cree. Aunque sea tan racional como las demostraciones de San Anselmo, o las pruebas manejadas en la cortes de todo el mundo, por las que se declara inocentes a varios asesinos y culpables a muchos inocentes.

Gonzalo Gamio dijo...

Por supuesto, la desconfianza frente a esa pretensión es la base del post.

José Bellido Nina dijo...

Estimado profesor Gamio.

Deseo que pase una ¡Feliz Navidad! y ¡Feliz Año Nuevo! Éxitos en todo.


Abrazos.

José.

Mirko dijo...

Estimado Gonzalo:

No siempre compartire tus enfoques de los temas que tocas pero reconozco la seriedad academica con que haces tus posts.
Te deseo sinceramente una feliz y santa Navidad.
Mirko

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Mirko:

Muchas gracias. Valoro mucho tus generosas palabras.

Una muy Feliz navidad para tí.

Un fuerte abrazo,
Gonzalo.

Gonzalo Gamio dijo...

Hola José:

Una grata Navidad y un gran año nuevo para tí.

Un fuerte abrazo,
Gonzalo.