domingo, 25 de diciembre de 2011

NAVIDAD




Gonzalo Gamio Gehri
La idea de fraternidad humana no es una invención del cristianismo, pero es una idea que ha recibido un impulso importante, decisivo, con el cristianismo. Jesús de Nazaret habla de un Dios que se compromete con los seres humanos: «Ya no os llamo siervos, sino amigos» (Jn 15,15). Un Dios que da la vida por sus amigos. No me cansaré en repetir que un importante legado del cristianismo es el principio de encarnación, un movimiento que va de la eternidad a la temporalidad finita de la vida humana. Un movimiento que va a contrapelo respecto de la corriente general de muchas religiones humanas. Las consecuencias de este movimiento en materia de la comprensión de las relaciones humanas, de los vínculos sociales, la compasión y la justicia son de una riqueza enorme.
Los elementos de la kenosis son notables. Que según los textos y la tradición el Hijo nazca en un establo, sea adorado por los pastores constituye un signo de fragilidad que dice mucho acerca de su identificación con la condición humana que compartió y pone de manifiesto su preocupación por la precariedad de los modos en los que las personas – en particular los excluidos – tienen que lidiar con el mundo. Su prédica de un Reino de paz y justicia llevó a Jesús a enfrentarse con las élites políticas y religiosas de su propia comunidad. Su magisterio de amor y no-violencia lo llevó a desafiar la supuesta “ortodoxia” de su tiempo, a pesar de que recurría conscientemente a los propios textos para cimentar su proceder. Este compromiso radical con el amor lo llevó a la cruz. Y, según el Evangelio, la vida finalmente – e inapelablemente - derrotó a la muerte.
Creo que este mensaje posee un extraordinario valor y preserva una notoria vigencia. Todavía hoy en tiempos en que la Navidad – fecha de encarnación – es asociada al negocio, a un materialismo craso y frívolo, absolutamente desespiritualizado. Contemplar lo divino en lo humano, concentrar la atención en la misericordia y no sólo en el formalismo ritual, a eso apunta el misterio de la encarnación. Re-cordar esas dimensiones constituye una exigencia importante para quien pretende superar la dura y cruel epidermis comercial con la que lamentablemente se ha revestido la Navidad.
Felices Fiestas.

La imagen viene de aquí,

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