jueves, 10 de septiembre de 2015

APOLOGÍAS DE LA VIOLENCIA







Gonzalo Gamio Gehri

Hace nueve días que el Portal virtual La Mula reveló que la artífice de la campaña violentista Chapa tu choro, y déjalo paralítico, es fujimorista y estaría en los planes de este grupo para lapostulación al Congreso. Más recientemente aún, los apristas le han hecho un guiño a esta campaña.  No es un secreto que este tipo de iniciativas pueden resultar interesante a una población que se siente impotente frente a la escalada de la delincuencia y a los insuficientes recursos que el Estado ha mostrado para detenerla y prevenirla con eficacia. No obstante, incitar a los peruanos a capturar a un ladrón, lincharlo y provocarle daños de por vida constituye una clara invitación al delito.

Con todo, esta propuesta no sorprende, y su manejo político es tristemente previsible. Nuestros políticos más conservadores – y los medios de prensa que les son afines – intentan instalar dos ideas básicas en la opinión pública: a) Todos los políticos son - en principio - corruptos; b) siendo ese el escenario, habrá que elegir al candidato que imponga “el orden y la autoridad”, a sangre y fuego. Eficacia más violencia manifiesta, esa es la fórmula. Este no es un mensaje nuevo: recuerden la emoción con la que nuestros políticos y periodistas evocaban la figura de Lay Fun, el perro que mató a mordiscos a un delincuente, y cómo un columnista neofascista solicitaba construirle un monumento. Hace unos días, un ladrón robó un celular y recibió una brutal golpiza. Es preciso estar alerta y prevenir el uso desmedido de la violencia (1). Una cosa es que la población se organice para vigilar el vecindario y denuncia cualquier amenaza, y otra promover el linchamiento.

No es de extrañar que sean el fujimorismo y el aprismo las organizaciones que celebran estas iniciativas y estas reacciones entre la población. Cabe preguntarse qué problemas podrían resolverse con esta  irresponsable apología de la violencia. Probablemente ninguno, no ciertamente el problema de la seguridad. Se trata de provocar una virulenta y riesgosa catarsis que puede traducirse en apoyos electorales a las candidaturas que la alientan. La política con vocación autoritaria se fortalece con esta prédica que sólo invoca el uso de la fuerza y no atiende las causas de la criminalidad. Se apunta sólo a la represión y no a la prevención del delito. Se opta por la demagogia y no por el trabajo de una política seria de seguridad en el marco de la legalidad democrática..

Esta clase de propuestas generan formas de visceralidad extrema en la población de las distintas localidades del país. En cualquier momento, transeúntes desprevenidos acabarán sufriendo esta improvisada explosión de justicia callejera. Se trata de una iniciativa muy peligrosa que encuentra un terreno fértil en la evidente desconfianza que manifiestan los peruanos frente a las instituciones que tienen la misión de defender la ley en las calles, así como en la incredulidad frente a la importancia de respetar los derechos humano,. Los medios observan – divertidos – cómo la población cede a la tentación de usar la violencia sin control oficial como método para enfrentar la delincuencia, y los políticos se frotan las manos pescando en río revuelto. El problema no es abordado con seriedad ni responsabilidad, importa más generar un discurso impactante que incendie la pradera. El tema del trabajo preventivo en temas de seguridad no se plantea siquiera como punto a debatir; nadie dice nada sobre las formas de violencia simbólica y estructural que propician esta situación de inseguridad. El Perú se convierte en una parodia del Far West, mientras que en el  escenario político el mensaje radical – “Déjalo paralítico” – se abre paso y gana nuevos adeptos.

(1) Véase sobre este punto, el artículo de Salomón Lerner Febres aparecido hoy en La República.

1 comentario:

Oscar Silva dijo...

Impulsar la violencia, el desorden, la transgresión de las leyes y la violación de los derechos humanos, me hace pensar que una gran parte de nuestra sociedad y nuestra clase política se ha detenido en el proceso de evolución; compartir, sumarse o estar de acuerdo con este tipo de campañas o actividades al margen de las leyes es una clara característica de involución. En nuestro país ejemplos donde se ha utilizado la violencia como medio para reprimir o solucionar un problema social sobran y siempre han habido hechos que lamentar. Si en efecto como lo menciona el autor de este artículo detrás de esta campaña mediática esta el fujimorismo, pues de la clase dirigente de esta agrupación política no podría esperarse más, no me extraña que quieran aprovecharse de la pésima situación gubernamental que atraviesa nuestro país, de la debilidad y la corrupción de las instituciones encargadas de administrar justicia y finalmente del cansancio de la población insatisfecha de justicia que tiene que afrontar y soportar día a día esta ola delicuencial. La delincuencia es un tema complejo que no solo se trata de una mala costumbre o que el delincuente se acostumbre, vea o sienta que esta actividad es una manera de ganar dinero fácil, porque si lo analizamos un poco más nos damos cuenta que ponen en riesgo su libertad, su familia y hasta su propia vida. La idea es buscar soluciones no incentivar el caos, por ejemplo una manera se solucionar esta problemática sería aplicando políticas que incluyan mejoras en la cultura educacional, campañas o programas que incentiven la práctica de valores éticos, se creen más espacios públicos, se promuevas los deportes, se implemente talleres en los colegios de acuerdo a las expectativas del lugar y obviamente el fortalecimiento de las instituciones afines a guardar el orden y la administración de justicia eligiendo a personal idóneo que no cedan ante el poder y la corrupción.