domingo, 20 de septiembre de 2015

NECESITAMOS DISTRIBIUIR EL PODER EN MÚLTIPLES MANOS







Gonzalo Gamio Gehri


Hace unos días intervine en una mesa redonda sobre la campaña Chapa tu choro, organizada por nuestra FEPUC, la federación de estudiantes. Participó también Rocío Vizcarra, especialista en temas de seguridad en el país. Intervine desde mis investigaciones sobre ética y derechos humanos, y desde el contraste entre esta inaceptable campaña y la experiencia de las rondas campesinas y los CADs. Fue breve y muy interesante, con múltiples puntos de consenso. El diálogo estableció que estas iniciativas de “justicia” callejera son perniciosas, porque son violentas y absolutamente desproporcionadas, porque la justicia sancionadora sin participación de la deliberación pública y del Estado no es justicia. Esta situación revela la importancia y la urgencia de una presencia mayor del Estado y la sociedad en esta clase en la solución de esta clase de problemas.

Pero ahora quisiera comentar algunas ideas – todavía considerablemente intuitivas, que desarrollaré luego con mayor detalle – sobre el trasfondo político de esta iniciativa. Hace meses (o más) que el tema de inseguridad ciudadana es señalado por los políticos y por los medios de comunicación. El problema es real, aunque los estudios sobre el tema señalan que el discurso de los políticos y de muchos medios tiende a sobredimensionarlo, al punto que una campaña que enarbola la barbarie goza de la simpatía de ambos. Da la impresión de que esta situación apunta a destacar las candidaturas de la “mano dura”, a pesar de que estas candidaturas sólo cuentan con la nostalgia del pasado – el gobierno del padre, por ejemplo -, y no cuentan con ninguna experiencia en materia de políticas de seguridad. Un pasado vergonzante, además, en asuntos de justicia,  instituciones y derechos humanos. Y parte de la ciudadanía es receptiva a esta estrategia.

Si a esto sumamos el hecho de que los modios intentan indicar que “todos los políticos son corruptos”, entonces el escenario está bosquejado. Se trata de alentar propuestas que encuentran en formas de caudillismo e iniciativas dinásticas de “mano dura”. Nadie se ha preocupado por examinar las causas de la criminalidad, para así combatirla combinando mecanismos de sanción y mecanismos de prevención. Necesitamos demostrar que la batalla contra la inseguridad es perfectamente compatible con la democracia. Aprender de la historia, recordar el profundo daño que causa la concentración del poder, la arbitrariedad, entre otros males. Necesitamos fortalecer el supuesto básico de la democracia, a saber, que el poder debe distribuirse en muchas manos – las de autoridades y ciudadanos -, que muchas mentes juiciosas e informadas piensan mejor que una. Ojo con la tentación autoritaria.




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