lunes, 24 de julio de 2017

LIBERTAD. ESCRIBIR EL DESTINO


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Gonzalo Gamio Gehri

Un hombre tiene que luchar por realizar sus propias aspiraciones y vivir su vida, en contra de una misteriosa organización que pugna por ajustar su vida y la de toda la humanidad a un plan impuesto desde fuera. Este es un tema recurrente en las literaturas distópicas y la ciencia – ficción. Es también la trama de Agentes del destino (Adjusment Boureau), una película norteamericana de 2011 con ciertas pretensiones filosóficas sobre esta materia. David Norris es un joven político que abriga el proyecto de llegar al Congreso. Conoce a Elisse el mismo día en que su candidatura fracasa. A Norris le impresionan los ojos grandes y hermosos, las cejas pronunciadas de Elise Sellas, pero más la conversación franca e inteligente que mantuvieron por unos minutos. Todo eso marcó su  mente y su corazón. Esa experiencia lo llevó a dar el discurso más conmovedor y sincero de toda su trayectoria, que lo pone de nuevo en carrera para la siguiente elección.

Pero Norris tiene la idea fija de encontrar a Elise. Algo los ha unido. Aunque la fortuna los reúne alguna vez, el Buró de Ajustes – aquella misteriosa organización citada al principio – actúa para frustrar cualquier encuentre entre los dos, porque no es conforme al Plan urdido por El Superior. El político y la bailarina, empero, se buscan una y otra vez, incluso cuando parecen perder toda esperanza. La película es interesante porque evoca una especie de burocracia dedicada a garantizar el cumplimiento del Destino, comparando al Buró con los ángeles y al Supervisor con el propio Dios. La idea es que los seres humanos no están preparados para el libre albedrío, a menos que luchen por ello. Lo correcto es atenerse al Plan. El amor – como tantas veces ha aparecido en la novela y el teatro – aparece para oponerse al Plan. Una trama antigua discutida de manera interesante, valiéndose además, de los recursos técnicos de los filmes estadounidenses. Las actuaciones de Emily Blunt y Matt Damon son buenas, el final resulta interesante.  

La película plantea una manera aguda de reivindicar la libertad individual, en el contexto de una clase de distopia determinista. Interesante asimismo el rol que tienen tanto la danza como la política en este conflicto.